La realidad política que vive nuestro país, enmarcada en la polarización, la inseguridad, la confrontación, la falta de presupuestos, la inflación, nos lleva reflexionar en lo que buscan los ciudadanos de sus gobernantes.

Ante lo que sucede, donde las familias, cada día, se enfrentan a un sinfín de adversidades para sacar adelantes a sus hijos, requerimos líderes con planes y no tan sólo con deseos y entusiasmo; sino con valores y principios sabios para mantener el balance en los distintos roles.

Gobernar requiere de intencionalidad, para evitar que la cotidianidad de una agenda diaria se coma el proyecto, llegue la fatiga y el desbalance.

Porque gobernar, y el liderazgo intrínseco, no es algo quieto y definido, puede cambiar y, por supuesto, mejorar; no así como sucede a la mayoría de los gobiernos.

Gobernar es llegar a personas que, tal vez, nadie más puede llegar y afectar de determinadas maneras y en circunstancias específicas. Tal vez suena demasiado romántico, pero se trata de transformar la vida de los seres humanos, a través de las obras y acciones de gobierno.

Si bien, todo tipo de circunstancia impacta en cómo gobernar; pero en muchas de las ocasiones se pierde la causa por el poder, y eso es demasiado lamentable, pues en muchas realidades la política se ha convertido en el mejor de los negocios.Y esto tal vez tenga que ver con el equipo, y no la cabeza; sin embargo, lo que haga o deje de hacer cualquier integrante del gabinete, de primer, segundo, tercero o equis nivel, impacta en el gobernar. Es un axioma de la política.

Ganar una elección es muy complicado, pero eso es lo más fácil que existe en la política; ¡ah!, pero lo que sí es difícil es gobernar. Se requiere ser sereno, honrado, trabajador, cumplir promesas, gobernar para todos, ser cercano a la gente y tener visión de futuro, palabras textuales, con las que coincido, del experto en política Liébano Sáenz.

En nuestro país, en nuestras comunidades y colonias piden a gritos mejores líderes; nuestros hijos y nietos necesitan mejores líderes. Hombres y mujeres que, con su influencia, les ayuden a convencerse que vale la pena luchar, a enfrentar las injusticias y resistir hasta el final; y eso, claro, tiene que ver con lo que realicen quienes gobiernan.

El encender una luz en la calle, el pavimentar una vialidad, en crear las condiciones para inversiones y generar empleos, debe ir conectado con un cambio transformador de las vidas, y que las personas se sientan parte de ello.

Esa es la verdadera influencia. La influencia que significa mucho más que lograr que la gente te siga, haga cosas, o te admire por un rato. La verdadera influencia es una fuerza imperceptible que en algún momento se hace tangible en cambios perdurables y transformadores.

Por qué y para qué quiero gobernar, son interrogantes de las que ya deben tener repuesta, no sólo el Dr. Esteban Villegas y José Antonio Ochoa, sino regidores, los alcaldes del resto de municipios, posibles funcionarios o quienes integran cada uno de los equipos de los gobiernos, porque el poder inicia su ciclo de vida desde la toma de protesta; y la influencia puede, si así se quiere, multiplicarse, o perderse, según sea su caso.

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