En una noche llena de glamour y expectativas, la joven María Fernanda Beltrán deslumbró en el certamen Miss Universo, llevando a México al merecido tercer lugar.
Su elegancia y carisma cautivaron a jueces y espectadores, destacando entre las mejores del mundo.
Aunque la corona brilló sobre la cabeza de la representante de Dinamarca, el espíritu competitivo y la belleza de María Fernanda dejaron huella en el corazón de los mexicanos.
Con su paso firme y su sonrisa radiante, se convirtió en un símbolo de esperanza y orgullo para su país, prometiendo un futuro lleno de logros y sueños cumplidos.