Los gobiernos y gobernantes suelen cometer errores a cuál más, aunque hay unos que exageran.
Como sea, sus yerros pasan al olvido en el tráfago de pifias y problemas.
No obstante, siempre hay un evento, las más de las veces intrascendente y fortuito, a menos que sea un cataclismo sin par, que los marca eternamente. En el primer caso califican el “defenderé al peso como un perro”, cuando en el fondo lo que nos decía entonces López Portillo es que ya nos había llevado la desgracia. En esa misma línea, el “ni los veo ni los oigo” de Salinas; “no traigo cash” de Zedillo; “y yo por qué de Fox”; “haiga sido como haiga sido” de Calderón y “menos, como cinco minutos” de Peña.
En otro nivel están el sismo de 85 para De la Madrid; la devaluación de Echeverría y la Casa Blanca de Peña.
Hablando de casas, López Obrador logró librar la Casa Gris de José Ramón señalando a las de Loret y hasta las de Junco. Y con ello miles de pifias que hubiesen enterrado a cualquier otro presidente en el basurero de la historia. Pero nada es para siempre, ni el teflón, ni las distracciones; ni la polarización, ni las historietas ni culpables favoritos.
Así le llegó a López un evento que, creo, lo marcará indeleblemente: el narco.
“¡Si no pasó nada!”, dijo en una gira de dos días sin actividades públicas a Badiragato, tras de que un comando armado del crimen organizado detuviera en un reten a la fuente de prensa que cubre a la presidencia, en un convoy bajo el resguardo de ésta.
Y no fue tanto lo que dijo, como el cúmulo de señales y significados que apuntan a un arreglo con el narcotráfico.
Para colmo y como siempre, la mejor cuña es la del mismo palo, así, no obstante que voces múltiples lo adelantaron, fue Porfirio Muñoz Ledo quien le pegó el tiro en la línea de flotación: Tu asociación con el narco no es heredable, Andrés. Al que sigan, tus asociados, le van a exigir más.
Como almeja en limón se retorció López y coreó Sheinbaum ¡pobrecita! Voz principal y su eco solo pudieron acusar a Porfirio de viejo, cuando cualquiera que lo haya escuchado no puede quedar más que sorprendido de la lucidez que siempre lo ha caracterizado. Lucidez, dicho sea de paso, de la que nunca ha gozado López Obrador.
Hoy Morena puede que se alce con triunfos significativos. Veremos.
Pero los que sean, están de antemano marcados por la sombra del narcotráfico metido en nuestra democracia, de la mano de Morena y con recursos abiertamente ilegales.
Esperemos, al menos, que su marca de sangre no manche, más, lo poco que queda de libertades, derechos y República en México.
Finalmente, nada hará en adelante López Obrador que no goce del sello de la casa que él mismo se impuso de narcogobierno.
Y solo vendrán a confirmarlo, su modo de vida sin ingresos, sus ofertas de armisticio, consagradas ya hecho gobierno, en “abrazos, no balazos”; Abarca, Ovidio, la mamá del Chapo, la taquiza en Badiragato, las relaciones de Morena con el huachicolero de Tamaulipas, el Ejército poniendo pies en polvorosa perseguido por unos maleantes, su fijación con García Luna, como si quisiera montarle un altar al que todos volteen, en lugar de ver el hoy y aquí; su impavidez ante el fusilamiento de una decenas de personas en Michoacán a plena luz del día y los carteles de cárteles denunciando el pacto de Morena con el crimen organizado.
Y que conste que la DEA lo advirtió de tiempo atrás.
¿Qué dirán las verdaderas Fuerzas Armadas nacionales a todo esto?
#LFMOpinion
#LoDeHoy
€Historia
#Marca
#Narco
#AMLO
#NarcoGobierno