Después de dos semanas en las que la Feria Nacional Durango 2022 sirvió de distracción y entretenimiento, hoy regresamos a la cruda realidad: Durango está financieramente en bancarrota, socialmente dividido, y políticamente envuelto en una atmósfera de desilusión ciudadana respecto a sus gobernantes.
La administración estatal que ya se va el próximo 15 de septiembre, optó por apostarle al olvido de los grandes temas pendientes, muchos de ellos convertidos en serios dolores de cabeza que, simplemente, se heredarán por decreto al próximo gobierno.
La Fenadu hizo su labor: además de generar ingresos no fiscalizables y en efectivo en la víspera de la terminación del sexenio, despresurizó temporalmente los problemas, o mejor dicho pospuso por dos o tres semanas su discusión y, por ende, la búsqueda de alternativas de solución a cada uno de ellos.
La lealtad del equipo que gobernó estos seis años con José Aispuro Torres a la cabeza, ha requerido sólo unas cuantas sesiones del proceso de entrega-recepción para que quede en evidencia el nivel de compromiso de los funcionarios con el gobernante que los incluyó en su gabinete.
Y no es para menos, pues la intranquilidad de los servidores públicos de primer y segundo nivel se agudiza conforme se acerca el tiempo para terminar de hacer maletas y desocupar oficinas, ante el temor a enfrentar una investigación a fondo, e incluso a la posible apertura de expedientes para revisar y perseguir posibles anomalías en el manejo de los recursos y bienes públicos.
Se llega el momento en el que los días ya no permiten avizorar un escenario más optimista para corregir fallas o irregularidades de más de 58 meses de ejercicio del poder, pues el equipo de entrega creyó que irían a un día de campo por haber obtenido el triunfo Esteban Villegas como candidato de la coalición PAN-PRI-PRD, pero no ha sido y no será así.
Y es que, la rigurosidad profesional de las revisiones de lo que se recibe es mucha, al nivel de la experiencia y las credenciales que porta de Marcela Andrade Martínez, la mujer en la que el gobernador electo ha depositado toda su confianza para que sea un proceso de entrega-recepción como Dios manda.
¿Y quién es ella y por qué su llegada al frente del equipo receptor ha generado tantas preocupaciones al equipo aispurista? En el sexenio de Enrique Peña Nieto ella fue la Titular de la Unidad de Coordinación con Entidades Federativas de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, y además trabajó por 12 años en la calificadora financiera Fitch Ratings. Posteriormente, se integró a Evercore Partners (Banca de Inversión), donde realizó la labor de asesoramiento de finanzas públicas en varios estados y municipios.
Es decir, quien va a recibir a nombre del gobierno entrante de Esteban Villegas Villarreal es una profesional y sabe de orilla a orilla sobre los temas financieros, fiscales y administrativos de la Federación, los estados y los municipios. Es un alto perfil y ya puso a dos o tres secretarios a sudar frío con lo que ella ha detectado en las primeras reuniones.
Sin embargo, algo pasa pues el gobernador Aispuro Torres parece disociado de la realidad. Quizá por los nervios, un tanto por la presión enorme que surge en todos lados, y mucho quizá por los traspiés que su gobierno sigue acumulando.
Por ello hemos visto a un mandatario que quiere mostrar en sus redes sociales una agenda llena de fiesta y alegría, reuniones y eventos que en su mayoría son intrascendentes pero sirven para pasar el rato y no concentrarse solo en los problemas.
Pero los problemas no se van. La Fenadu hizo que los hicieran a un lado por dos o tres semanas, pero ahí siguen y empeoran cada día en muchos de los casos, pues muchos se resuelven con dinero y éste simplemente ya no existe, mientras la crisis financiera parece no tocar fondo.
Después de la pachanga viene la cruda y veremos estos próximos días qué camino toman las principales pistas por las que se desarrolla el atropellado cierre de sexenio, quizá el más convulso de los últimos 25 años al menos.