“El arte de gobernar al pueblo es el de convencerlo por medio de la palabra”, pero ahora el reto se convierte en aquello que se escucha esté congruente con el actuar, y aunque es difícil dar consejos sobre asuntos de gobierno a los gobernantes porque temen aceptar a la razón como guía, no sea que les recorte los privilegios de su poder, haciéndolos esclavos del deber y así, comenzamos nuestra cuenta.
1.- Aunque como tal, no existe un manual para gobernar bien, es tiempo de tomar cosas que se amoldan a nuestra realidad, lo que podía ser tomado por los funcionarios públicos. Primero sería conveniente considerar que “la mayoría de los gobernantes cree neciamente que la primera ventaja de gobernar es el no ser gobernado”, por lo que su primer valor debe ser el respeto, lo que debió de haber sido el bastión desde años pasados.
2.- No es sólo el respeto a la autonomía y a la integridad de los organismos empresariales o académicos, es también el respeto a sí mismo. Por eso, “el gobernante debe conseguir primero el dominio sobre sí mismo, dirigir rectamente su alma y conformar su carácter, porque, sin duda, uno que está caído no puede enderezar a otros ni, si es ignorante, enseñar ni, si es desordenado, ordenar o gobernar, si no está bajo ninguna norma”.
3.- Los perfiles de los funcionarios deben ser de acuerdo a su preparación académica y a su experiencia profesional, “los que, para entrar en la lucha política y la carrera hacia la gloria, componen un personaje como los actores es preciso que se arrepientan de su acción, ya que, o se hacen esclavos de aquellos sobre los que pretenden gobernar o chocan con aquellos que quieren agradar”.
4.- La relación de la sociedad debe manifestarse en una relación que motive la participación social, con una política de puertas abiertas, con audiencias públicas y un congreso que no esté entregado a los deseos del encargado del Poder Ejecutivo. Por eso sería deseable que se enteraran los diputados y los miembros del Poder Judicial: “Ya que toda magistratura es una cosa grande y sagrada, el que la ejerce debe honrarla de la manera más honrosa posible, pero la honra de una magistratura reside en la concordia y en la amistad con los colegas, es necesario respetar al superior, dar prestigio al inferior, honrar al igual, ser amable y tratar como amigos a todos, pues esta amistad ha surgido de la voluntad popular”.
5.- No es sólo eso, la división de poderes y su autonomía contribuyen a fomentar un equilibrio dentro del Estado, ya que “la justicia es el fin y la meta de la ley, pero la ley es obra del gobernante y el gobernante es la imagen de la divinidad”, sobre todo cuando hay todavía quienes colocan junto a sus santos y veladoras, las figuras de los políticos.
6.- “También los pueblos en las democracias, a causa de su libertinaje y soberbia, o por falta de líderes mejores, aceptan a los que primero encuentran, a pesar de aborrecerlos y despreciarlos”, por lo que ante la proximidad de la jornada electoral, debe considerarse al candidato, su trayectoria, su experiencia en el servicio público, sus propuestas y sobre todo, su intención de trabajo. Dejar a un lado los amiguismos y los compadrazgos, porque evitan el surgimiento de grupos económicos fuertes y provocan que los empresarios dependan de la esfera gubernamental.
7.- “No son capaces de gobernar bien aquellos que antes no han aprendido a servir correctamente”. Así, es necesario revisar la educación y sus instituciones, sin aviadores ni comisionados como los mil 400 espacios que se desconoce su fruto laboral, la falta de pago a las prestaciones del personal educativo, los recursos de pagarse a financieras y aseguradoras, la vinculación con el sector productivo y las cuotas escolares.
En el centro debe estar un hombre cuya virtud política es saber aprovechar los momentos de fortuna y escapar de los desfavorables, es momento de hacer un cambio de timón para considerar el verdadero rumbo de Durango.