
La falta de inversión en áreas críticas, la corrupción y la falta de transparencia han llevado a una economía debilitada y a una población cada vez más pobre y desencantada con las administraciones tanto estatal como municipal.
Las cuales llevan ya más de siete meses en el poder y ya su bono de confianza por parte de los duranguenses se agotó, por lo que deberán dar un golpe sobre la mesa aplicando contundentemente sin simulaciones la ley a todos los que saquearon a Durango y junto con ello dar un cambio de rumbo en el timón, buscando ser creativos, innovadores, cumpliendo compromisos y promesas, así como administrar escrupulosamente los recursos públicos.
Buscando con ello trascender para bien en la historia de Durango.
Pero para conseguirlo tienen que despojarse de sus fobias, rencores, soberbias, altanerías y venganzas, que al final del camino a nada les conducirán y si les generarán un sinfín de tempestades.