Silencio en las calles y plazas públicas, ciudades y municipios con muchas carencias que se han visto obligadas a, en silencio, aceptar las participaciones que les corresponden en el tiempo y en la forma que el que manda decide.
Silencio en el congreso, donde los legisladores no llaman a cuentas al secretario de Finanzas para que explique porque no hay dinero, por qué estamos en bancarrota y el destino del préstamo que por más de mil millones de pesos que obtuvo el gobernador el año pasado, en cambio legislan sobre temas irrelevantes como el derecho a la paz que en absolutamente beneficia a los ciudadanos, y por si fuera poco, no les da el mas mínimo ápice de vergüenza que la Suprema Corte de Justicia les ordene que se pongan a trabajar sobre temas como el matrimonio igualitario, en vez de estar agachados y serle sumisos al gobernador.
Silencio de los constructores que no exigen la terminación del puente encantado, que ya se hizo igual de famoso que el de Navacoyan, pues a ambos los besó el diablo. Silencio de los gremios académicos, de los maestros que calladamente aceptan que no se les paguen sus quinquenios.
Silencio de los promotores del arte y la cultura que permiten que un festival tradicional como el Revueltas, terminara hecho un asco por culpa de la ineptitud y corrupción de los organizadores. Mudez total en el Tribunal de Justicia que acepta como magistrados a individuos que en su vida han sacado un borrachito del bote aunque paguen multa.
Mutis total en los sindicatos de taxistas que sabiendo que se vendieron placas a diestra y siniestra afectándolos en su economía no dicen una sola palabra, pues el exceso de taxis lógicamente disminuye sus ingresos. Silencio total en los partidos políticos que aceptan como candidatos y directivos a personas que jamás habían militado en sus filas.
Silencio de los prestadores de servicios que se les deben sus honorarios de más de un año y continúan sirviéndole al gobierno con la esperanza de que les paguen la limosna de un abono. Silencio de gobiernos y políticos que hablan mucho, pero que en realidad dicen poco, porque parecen más empeñados en mantenernos en la confusión y la incertidumbre, que en propiciar verdaderas soluciones frente al negro panorama que tenemos.
Por qué hemos llegado a estos niveles de dejadez en que permitimos agachados que hagan con los recursos públicos, con la economía y con la ciudadanía lo que les da gana.
La respuesta es muy sencilla, muchos los que deberían de alzar la voz y no lo hacen están involucrados en esta mafia, no conviene protestar ni exigir cuentas como en cualquier otra parte del país. A esa dinámica se le conoce como pacto del silencio, y para que funcione, se tiene que envolver a todos para que nadie hable, mientras que las protestas y exigencias de los que no fueron implicados o invitados, se pierden en la inmensidad de la indolencia.
Tristemente no existen medios de comunicación que permiten expresar opiniones sin censura, todos están comprados, cooptados o chayoteados. Verónica Terrones les prometió a algunos directores de medios pagarle lo que les debe por concepto de convenios a cambio de que no publicaran una sola nota de la amenaza del gobernador Doctor en Derecho al periodista Iván Soto.
El silencio que se vuelve cómplice de la angustia, el pánico y el miedo, son armas poderosas para quien las controla, no por lo que pueden hacer con ellas, sino por su efecto paralizante y anestesiante, que bloquea y lleva a tomar decisiones desde la desesperación y el desaliento.
Para que esta forma de coexistir prevalezca se requieren cómplices, es entonces que el pacto de silencio funciona de maravilla, pues todos están involucrados para que nadie hable.
Si algo ha puesto en evidencia la clase política en estos seis años, es que ha perdido el norte, se ha olvidado de la esencia de la política y ha preferido explotar las emociones de la gente, pero sin ofrecer verdaderas soluciones a los problemas, pero mientras continúe el pacto de silencio, durante los próximos días continuaremos igual…ni modo, hay que esperar, falta poco para que se termine el peor gobierno estatal del Durango contemporáneo.