Los gobiernos ya llegan hipotecados, no sólo por las campañas sino por las deudas que dejan las administraciones anteriores, los funcionarios que se sirven del año de Carranza cada vez son más y les interesan más sus negocios personales como proveedores únicos, fraccionamientos, ferreteras o antros, entre otras
Ya lo habíamos dicho hace algunos meses, hay políticos que buscan hipotecar los gobiernos en busca de sus intereses personales, aunado a que se ha registrado un incremento en la corrupción y la impunidad en la percepción de la ciudadanía desde hace más de cinco años, lo que no cambió ni con la pandemia y según el INEGI, nuestro estado ha ocupado desde el 2019 la tasa más alta de prevalencia de corrupción a nivel nacional.
De los 31 mil millones de pesos del presupuesto anual autorizado en nuestra entidad por el Congreso del Estado, se han destinado los mayores recursos al gasto corriente, que representa el 70.7 por ciento del presupuesto total, con un monto de 22 mil 257 millones de pesos, de los cuales 12 mil 178 millones de pesos en servicios personales, una buena parte en elevados sueldos para altos funcionarios. Estamos a cuatro meses de que termine el año fiscal, y de cuentas ya no hay recursos para solventar las necesidades que se requieran en poco más del trimestre que faltan del 2022.
Lo que más necesita nuestra tierra es gente productiva y trabajadora, que impulse sus propios negocios sin tener que involucrarse con el poder, sobre todo, porque también la burocracia al interior de la administración pública se ha convertido en un lastre, funcionarios con sueldos altos que dejan mucho que desear en el servicio y se han convertido en aduladores de sus jefes, debido a que en algunas dependencias crean círculos para mostrarles una realidad que no existe, y cuyo mérito es en gran parte, tener una función de compañía.
Eso sin dejar los lambiscones que traen proyecto de gobierno, a pesar de que eso es lo que trae a nuestra sociedad en el atraso, porque la administración es usada como banco de segundo piso, donde el erario se convierte en la caja para brindar liquidez y hacer negocios sin límites, con amplias ganancias, como lo son algunos dirigentes empresariales y sus familiares, que se convierten en beneficiarios de los apoyos, sin mayor requisito.
A eso hay que sumar los moches, que se han convertido en un común denominador de dependencias, de lo que todo mundo habla, pero nadie quiere decir nada, porque hay quienes quieren que se siga dando el porcentaje no sólo de la proveeduría, sino también de los permisos y de los contratos de obra pública.