
El amiguismo, compadrazgo y nepotismo se ha convertido en una cultura que afecta a la sociedad y la economía, debido a que se emprenden negocios al amparo del poder desde una burbuja política y un círculo de aduladores profesionales y vividores, para quienes “todo va bien”, lo que puede considerarse como un verdadero “Coronavirus social”.
Por eso, las nuevas administraciones deberán hacer énfasis en el perfil de los nuevos funcionarios, ya que estarán a la vista de los demás su currículum y su desempeño en la administración, si ya estuvieron en el servicio público la sociedad será la encargada de ver si desempeño anterior, por lo que ahora debe ser más riguroso el proceso de selección de los nuevos titulares de las diferentes áreas y departamentos.
De manera inmediata después del cambio, será necesario hacer una reingeniería en el ámbito financiero, para reordenar las cuentas debido a la falta de liquidez, pero deberá ponerse énfasis en los recursos propios pero sobre todo en la aplicación de los recursos federales, en los que se ha puesto una vigilancia especial desde a ciudad de México.
Se requiere reconsiderar la relación con el Ejecutivo Federal, donde sea la colaboración y la coordinación de esfuerzos el eje de las acciones, porque el denostar el apoyo que brinda la Federación a nuestra entidad, nos ha llevado a que cada vez los recursos sean más limitados.
Durante los últimos años, han sido representantes de sectores identificados con la clase política, quienes en mayor medida se han pronunciado en contra de las acciones no sólo del Presidente de la República, sino también de las diferentes dependencias, lo que se ha llevado a cabo de manera cotidiana para manipular la opinión pública.
Actualmente, Durango es un polvorín, se han destapado múltiples casos con señalamientos de posibles actos de desvío de recursos, con una clase política voraz encabezan un ejército de personas sólo están pensando en el dinero, y obtenerlo sin esfuerzo desde la administración pública, por lo que habrá que cambiar la programación y que ahora sean verdaderos servidores del pueblo los que ocupen los cargos públicos.
Deben fincarse responsabilidades en caso de que se hayan cometidos actos ilícitos y al mismo tiempo debe fortalecerse la fiscalización y vigilancia en la administración pública para que verdaderamente sean los duranguenses los beneficiarios de las políticas políticas y no los compadres, amigos y familia quienes utilicen este trampolín para realizar negocios personales.