ARLEN CONTRERAS

Arturo debe entender que el PRI no debe ser su trampolín para una candidatura

Arturo Yáñez asumió la presidencia del PRI el 16 de agosto de 2021, pero tras dos años a la cabeza, su liderazgo se ha caracterizado por la falta de resultados. ¿Qué hemos visto? Nada más que una presidencia marcada por la ausencia de una agenda estratégica.
La presencia del partido en las calles y en los municipios se ha debilitado, dejando atrás la fortaleza que solía caracterizar al PRI en sus mejores momentos.
La oportunidad de tener el gobierno estatal en el poder lo ha tirado por la borda. Las actividades gubernamentales que podrían haber sido una plataforma para la revitalización de ese instituto político, han sido minimizadas, lo que pone en evidencia la falta de creatividad.
Parece que el presidente del PRI no ha logrado sintonizar con los nuevos tiempos que la política de Durango tomaron con el triunfo del gobernador Esteban Villegas. Si bien, tiene a su alrededor secretarios competentes, pero su falta de liderazgo no ha permitido una cohesión, ni articulación, son talentos desperdiciados, pues.
Las colonias, donde se forja el vínculo con la gente, son un territorio ajeno para el PRI. En lugar de fortalecer sus lazos con el electorado y revivir su papel como defensor de las aspiraciones populares, el partido se ha sumergido en un letargo desesperanzador.
El estancamiento del Revolucionario Institucional, por la falta de una agenda clara, visión y estrategia efectiva ha dejado al partido sin dirección y sin la capacidad de verdaderamente renovarse.
Con el proceso de elección del 2024 en el horizonte, se vislumbran tiempos cruciales para el PRI. Sin embargo, las señales indican que Arturo Yáñez no será un jugador relevante en las negociaciones y decisiones que se tomarán en esa etapa crucial. Le pasará lo mismo que en el 2022.

Arturo debe entender que ya no es tiempo de Alito Moreno, sino el tiempo de su jefe político estatal. Como también debe entender que el PRI no debe ser su trampolín para una candidatura.

Mientras tanto, los miembros del equipo político estatal esperan con anticipación el momento en que Yáñez Cuellar ceda su espacio y permita que nuevos liderazgos tomen las riendas en búsqueda de un nuevo rumbo; pues los costos de esperar hasta el 2025 serían muy altos. Ya que a dos años en el PRI… un nuevo tiempo no ha llegado.

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