Les llaman las muertas por la meningitis, ellas tenían nombre y también tenían hijos, hoy y siempre arrastrarán la indiferencia del Gobierno, desde su campaña a grito afónico desbordaba un sobrado interés por salvaguardar la vida de las mujeres y de sus hijos, comenzó su sexenio con las muertes, comenzó su sexenio con una crisis de salud, donde él como experto en materia de la salud enfatiza más por los inmuebles que sobre el mismo personal del sector salud, arrastra la impunidad sobre los responsables de la meningitis que a todas luces hicieron de la salud un gran negocio y optó por un silencio aniquilador, hoy y siempre DURANGO se hace acompañar con finas galas de la violencia institucional, del actuar misógino, no son las muertas de una enfermedad, me atrevo a asegurar que murieron más con el temor y la incertidumbre del futuro de sus hijos, de sus padres y familia el miedo las invadió y segura estoy que el personal médico atestiguó ver ese miedo que las consumió.
También recordemos a Lupita, recordemos a todas las muertes por feminicidio a las Infancias donde culminaron su vida en un hospital y un gobernador en una gira artística por el mundo, en un templete ovasinando a un presidente que recortó el presupuesto a la salud y retiró los refugios para las mujeres violentadas.
Eso resume a Durango la ofrenda a un altar de muertos con una simulación perfecta de gobierno y un congreso entre las tinieblas de la opacidad y risoria transparencia.