Ya todos dijeron su versión, veamos ahora los números en un primer acercamiento a vuelo de pájaro.
Aún con datos del PREP, esta es la realidad del sistema de partidos hoy en México después de las elecciones del 2022.
Lo primero que resalta es la circunstancialidad y especificidad de las elecciones locales. ¿Qué diablos quiero decir con eso? Que, a diferencia de las elecciones concurrentes con la elección presidencial, donde esta arrastra indiscriminadamente a todas las demás, las elecciones que se celebran en fechas diferentes a la elección presidencial conservan su propia circunstancia y méritos, no son sometidas a influencias exógenas. Los electores no se ven bombardeados por otros contextos y pueden elegir en función de lo que está en la mesa, en este caso, seis gubernaturas, sin la interferencia de otros intereses y argumentos y figuras.
El hecho no es menor, el triunfo arrollador de López Obrador en el 18 se debe a un fenómeno de arrastre por juntar en una sola fecha tantas elecciones, donde bajo la sombra y propaganda de un líder popular muchos mexicanos votaron por gobernadores, senadores, diputados federales y locales y presidentes municipales sin conocer siquiera a quienes eligieron.
Lo segundo es el desdoro y hartazgo electoral. Se les previno, pero nadie hizo caso: llamar a los ciudadanos a votar un día sí y otro también, cansa. La consulta popular contra expresidentes, la revocación de mandato y las pantomimas varias de consultas populares patito solo han derivado en un agotamiento ciudadano que, de seguir así, en el 2024 dejará casillas sin integrar y ciudadanos abstencionistas.
Poco sumaron, tampoco, los 131 mil millones de pesos en repartos clientelares, los desfiguros de las corcholatas y las violaciones mañaneras a la ley. La gente les dio la espalda en las urnas. Los triunfos, como veremos, son guanguos y desangelados.
La participación ciudadana en las urnas hace seis años en las seis elecciones de gobernador fue del 57.49%; antier fue del 48.14%; 9.34 puntos porcentuales menos.
Las elecciones locales solían ser en México de mayor participación que las federales, por elegirse a autoridades más cercanas a la gente, en universos más cerrados y entre personajes más conocidos. No obstante, resalta la baja afluencia a las urnas. En ello gravita el cansancio electoral, la presencia del crimen organizado y violencia en las elecciones y la mediocridad y chapulineo de los candidatos.
Los estados con mayor pérdida en participación fueron: Oaxaca con 20.79%, en mucho por el desastre natural que lo afecta y sin FONDEN, y Quintana Roo, con 13.59%, seguidos de cerca por Hidalgo con 12.48 por ciento. Durango prácticamente conserva sus niveles de participación, con un 0.30% menos y Tamaulipas baja solo en 2.34%; en ambos casos influyó lo cerrado y competido de la contienda.
Veamos ahora las elecciones. De las seis gubernaturas en juego, dos las gobernaba el PRI: Hidalgo y Oaxaca, y cuatro el PAN: Aguascalientes, Durango, Quintana Roo y Tamaulipas.
El PRI pierde las dos y el PAN Quintana Roo y Tamaulipas. La alianza Va por México festeja triunfar en Durango y Aguascalientes, pero nada dice de perder cuatro entidades, en especial el PRI, que pierde todo lo que en este lance tenía en juego.
Vayamos ahora a las elecciones.
Aguascalientes lo gana la alianza Va por México, conformada por Acción Nacional, PRD y PRI. Hace seis años fueron por separado, pero juntos sumaron 417 mil 122 votos, equivalentes al 89.83% de la votación; ahora ganan la gubernatura con 249 mil 464 votos, 53.77% menos. El PAN solo en 2016 ganó 203 mil 417 votos, hoy la alianza únicamente le sumó 46 mil 47 votos más. Morena pasa de 14 mil 809 votos (3.18%) a 155 mil 531 votos (33.57). Y Movimiento Ciudadano (MC), que no llevó candidato hace seis años, se alza con el 6.96% de los votos con 32 mil 270 sufragios. Conclusión: bajo rendimiento de la Alianza, alto pero insuficiente rendimiento de los programas clientelares y propaganda de Morena, e implantación de MC. La alianza gana con una legitimidad del 24.77% del total de los electores.
En Durango hace seis años, PAN, PRI y PRD, por separado, sumaron 618 mil 851 votos (88.46%), hoy en alianza ganan con 332 mil 117 votos (53.58%), con una pérdida neta en votos de 286 mil 734 votos (-34.68%). Es decir, la alianza sólo le sumó al PAN 9 mil 890 votos. La perdida del PRI fue prácticamente total (286 mil 734 votos). ¿Qué festejaba Alito en Durango este domingo? La alianza gana con el 29.41% del listado nominal de electores. MC se implanta con 4.49% de los votos, 1.77% más que hace seis años.
En Hidalgo gana Morena con un candidato priista y la obscena entrega de la plaza de otro: Omar Fayad. PAN, PRI y PRD por separado ganaron hace seis años un millón 37 mil 449 votos (85.39%), hace dos días pierden con 332 mil 484 votos, 704 mil 965 sufragios menos; 54.05 % abajo. Solo el PAN en 2016 ganó 338 mil 762 votos, hoy con la alianza sumaron 6 mil 278 sufragios menos y el caudal del PRI hace seis años, de 524 mil 139 votos simplemente se perdió. Vaya compañero de alianza. Morena, sin embargo, llega con una legitimidad del 29.29% de electores. Movimiento Ciudadano logra el 3.08 por ciento.
En Oaxaca otro priista de alcurnia en pactos nefandos y fortunas imprudentes, jugó con Morena: el próximo embajador Murat. Allí la alianza se rompió y el PAN fue en solitario. PRI y PRD fueron juntos. Hace seis años PRI y PRD, en coalición, sumaron 883 mil 790 votos (56.99%); hoy lograron 282 mil 130 votos, 601 mil 660 menos, pasando de 56.99% a 25.03% (-36.06%). El PAN, que no jugó en 2016 logró antier 42 mil 578 votos (3.77%), Morena se tragó al PRI pasando de un 24.96% a 60.24% y MC se implanta con un 3.28% con una votación cercana a la del PAN: 36 mil 952 votos. La legitimidad del nuevo gobernador es del 23.04% del electorado.
En Quintana Roo, el expriista Carlos Joaquín, que ganó con el PAN hace seis años, es otro en vías de embajador o cónsul. Su partido de ahora (PAN) pasa de ganar solo hace seis años 203 mil 793 votos (45.08%), a ganar con el PRD: 80 mil 209 (16.14%), una pérdida neta de 167 mil 658 sufragios (-36.06%). El PRI perdió solo 196 mil 640 votos y el registro local; Morena se tragó al PAN y al PRI con una candidata del Verde, pasando de 65 mil 367 votos en 2016 a 280 mil 357 en 2022 (42.90% más). Movimiento Ciudadano suma el 3.14% de los votos a partir de cero. La legitimidad del electo es del 22.81% del listado nominal de electores.
Tamaulipas lo gana Morena con un candidato priista tachado de narco. Veamos el rendimiento de la alianza Va por México: hace seis años sumaron por separado un millón 255 mil 992 votos (87.39%); antier lograron juntos 628 mil 541 sufragios (menos 627 mil 451) 44.20% de los votos, es decir, menos 43.19% en comparación con 2016. El PAN solo, pierde 92 mil 508 votos. El PRI y el PRD no le sumaron nada, le restaron. Morena pasa de cero votos en 2016 a 710 mil 952 (50%), MC pasa de 84 mil 736 votos a 44 mil 895, seguramente por lo cerrado de la contienda entre Morena y Cabeza de Vaca.
Cansancio electoral, polarización, crimen organizado, violación sistemática de la norma, corcholatas deschongadas, alianzas poco efectivas y traiciones, marcan estas elecciones que todos festejan.