Durango, Dgo. (EL CONTRALOR). – La esposa del ex gobernador José R. Aispuro se pasea campante para entrar y salir de la ciudad mientras Durango escala posiciones en el nivel de atención nacional e internacional por tener una crisis sanitaria a causa de la proliferación de meningitis, y esta realidad se debe a su vez a la corrupción en el control de los medicamentos que llegaron al sector salud durante el sexenio del gobierno del “Dgo. Para Todos”.

Es que, tanto Aispuro Torres como Elvira Barrantes, además de ser identificados por los duranguenses como los Reyes del Cash en Durango, son también los maestros del engaño y la simulación, ya que su comportamiento los evidencia como los líderes de un grupo político-económico-jurídico que actuó cual si fuera crimen organizado para robar y para imponer su estilo corrosivo de ejercer el poder.

A ellos y a su grupo político más íntimo, con el que han hecho negocios pues, se les debe analizar como un bloque sólido incluso cuando aparentan estar peleados, o distanciados unos de otros, ya que ese engaño exterior lo han sabido hacer para sobrevivir en las adversidades, como ocurrió en 2010 después de la derrota en la contienda por la gubernatura del estado de Durango.

En ese entonces, el grupo tomó la determinación de buscar trincheras para sobrevivir, pero siempre sabiendo que el distanciamiento sería una necesidad estratégica para persuadir, no una definición tan contundente o de fondo.

Hay que recordar que José R. Aispuro pierde la gubernatura en tribunales con Jorge Herrera Caldera y varios de los cuadros más cercanos al de Tamazula fingen haberlo traicionado o abandonado, para después conseguir empleos y beneficios de quien los derrotó que fue el ex gobernador Herrera Caldera.

Así, con esa estrategia que supieron implementar, varios de los operadores más íntimos de la campaña lograron colarse a algún puesto público en el sexenio herreracalderista, como fue el caso de Joaquín Gardeazábal Niebla, Javier Castrellón Garza, Francisco Rodríguez Esparza, entre otros.

Sin embargo, ninguna distancia y ningún conflicto real existió entre el equipo Aispurista en esa ocasión. Solo era una estrategia para colarse en pequeñas y medianas esferas de poder, que servían de sobrevivencia política y económica, sí, pero también para tener reflejos y seguir alimentando la estrategia principal que era llegar al poder en la siguiente.

De tal suerte que muchos de los que se dijeron en conflicto abierto con Aispuro Torres volvieron al grupo para construir la candidatura y la campaña de 2016, y fueron de los cuadros más consentidos de la pareja en el poder, tanto para privilegios y posiciones políticas y de gobierno, como para convidarlos del gran negocio millonario de los moches y las tranzas. De ahí, el mote de “El Cartel del Moche”.

Siguiendo en esa lógica, ¿a quién le consta que la ruptura por ejemplo entre Aispuro-Elvira y Carlos Maturino Manzanera fue real? ¿Por qué razón se pelearían realmente si llegaron a tenerle la confianza casi como si fuera un hijo, y le permitieron dar un brinco que normalmente llevaría décadas hacer en materia política y de patrimonio? 

Además, si ya les ha funcionado antes la estrategia de fingir pelear para mostrar una imagen de que están separados, por qué creer que esta vez es real y no un nuevo episodio de la estrategia de simulación con la cual, por cierto, han logrado colar un pie en la nueva era política que se inauguró en 2022 con Esteban Villegas en el poder.

Hay quien podría asegurar que ha escuchado muchas veces a la propia Elvira Barrantes despotricar contra Maturino Manzanera de una y mil formas, lo cual reforzaría la idea de que la pelea y la separación es más que real. Sin embargo, no hay que perder de vista la posibilidad de que el actual diputado federal sí se haya peleado con alguno de los integrantes de la pareja que dejó en la quiebra financiera a Durango, pero difícilmente con ambos.

Y es que, si el mote de los “Reyes del Cash en Durango” se lo han ganado más por las avariciosas formas de ejercer el poder de parte de Elvira Barrantes, y hasta ahora entendemos con más claridad que Aispuro Torres también fue parte del sistema de corrupción desde la cabeza hasta los pies, solo que ha sido hábil el ex gobernador para dejar fluir y alimentar incluso las versiones que apuntan a que es ella la villana y él un simple títere, un dejado, carente de decisión propia.

“Josesito”, como ella le decía a él frente a quien sea para demostrar que ella es la fuerte y él un mandilón-debilucho, bien pudo ser una nueva estrategia de simulación ahora más de Aispuro Torres que de ella, pues él al final de cuentas ha dejado que siempre se diga que el rostro de la corrupción es sobre todo el de Elvira Barrantes Velarde y sus cercanos e incluso familiares, todos sinaloenses, mientras José R. Aispuro cada que pudo reiteró lo que ahora sabemos que era una farsa:

“Yo no me he robado ningún centavo del gobierno y puedo ver a toda la gente a la cara… me voy con la conciencia tranquila porque no he tomado nada ajeno…”. Son frases que repitió muchísimas veces los últimos meses de su mandato, como si Durango le creyera tan solo por decirlo, cuando el esquema piramidal de corrupción de todas las áreas de la administración estatal y sus organismos satélite tuvo como dinamo y zona neurálgica Villas Campestre todo el tiempo.

Hoy se sabe que dejaron a Durango en el hoyo financiero, pero también podemos observar el cinismo con el que siguen actuando, como el que nada debe y nada teme, pese a que las evidencias son cada vez más notorias y exhiben una pirámide de corrupción organizada, fluida, con eslabones en cada nivel y con una visión de “negocios” que permitió a una camada de políticos, profesionistas y empresarios dar un salto descomunal en su tren de vida y en la generación de patrimonio personal y familiar sin precedentes.

Sin embargo, de pronto pareciera que se está empezando a conocer a un grupo de inexpertos y burdos ladrones sin escuela, y no es así. Son profesionales y lo demostraron al desmantelar casi todos los cajones donde existió margen de presupuesto para robar o para disfrazar el robo con proveedores a modo. 

Son un grupo que en la parte más alta de la pirámide tiene un par de gerentes directivos que incluso entre ellos mismos podrían estar jugando a la simulación: ella, creyendo que es la poderosa, la mente maestra que hizo al esposo gobernador para ella ejercer el poder de facto; él, dejándose asumir como la víctima, el débil y bonachón, el que difícilmente tendría la mala entraña para actuar de una forma o de otra, y en el fondo es quizá una manipulación, una puesta en escena que le permitió la mayor parte de su sexenio estar bien evaluado él en su figura de Gobernador, pese a la mala imagen que desde siempre y se reafirmó durante el primer año la percepción negativa que ya se tenía en torno a su esposa.

¿Aispuro Torres sabía que esa mala imagen hacía Elvira Barrantes le ayudaba a él de rebote? Claro. Difícilmente alguien que tiene una alianza sana con su mujer para gobernar el estado, dejaría que la mayor parte de los golpes vayan para ella desde el año uno en el poder. Es decir, normalmente un político ordinario saldría a mostrar su coraje por la situación, y a hacer lo necesario para evitar que sigan desprestigiando a su esposa. 

A Aispuro Torres le resultó muy conveniente simular ser una marioneta de los intereses de ella, e incluso a ella misma hacerle creer esta situación, y por detrás o en el fondo, ser el que pensó hasta en esos “pequeños detalles” para que la historia solo juzgue o juzgue más a Elvira Barrantes que a “Josesito”.

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