Iluso anidé lo que no había. El inconsciente me volvió a traicionar queriendo ver posibilidad donde solo brillaba menoscabo. Cuando soñador escribía mi locura, el video ya estaba filmado: el propio Samuel escoge de sus prendas personales los tenis mágicos y las camisetas ideológicas, programáticas y prodigiosas; sale de su amplio vestidor, baja la escalera como Zeus del Olimpo y con ellas inviste de candidato al contratado como su doble que exuda un éxtasis lastimero.

Todo creí haber visto en el albañal que cultivamos como política, pero mire que presenciar en vida el primer “doble” de candidato presidencial es una mácula que nos infamará indeleble y eternamente como maestros en dilapidar el ser.

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