La reciente expulsión de la Presidenta Municipal de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández, del partido Morena ha generado un intenso debate en el ámbito político de Guerrero. En una situación sin precedentes, Hernández fue conminada a abandonar el recinto del Congreso Nacional tras los señalamientos de haberse reunido con el líder del grupo criminal conocido como “Los Ardillos”.
Este incidente no solo subraya la gestión interna de Morena, sino que también refleja la creciente tensión entre las autoridades locales y los grupos delictivos en la región. La decisión de la dirigencia del partido de expulsar a Hernández se presenta como un intento por distanciarse de cualquier asociación con actividades ilícitas. Sin embargo, la forma en que se llevó a cabo su salida, entre abucheos y protestas, pone de relieve el descontento que persiste entre algunos sectores de su base.
Los abucheos resonaron fuertemente en el congreso, simbolizando no solo la desaprobación hacia Hernández, sino también la fragilidad de la política local en un estado donde la corrupción y el crimen organizado han interrumpido el bienestar social. Este episodio plantea preguntas sobre la gobernabilidad en Chilpancingo y el futuro político de la propia Hernández, que deberá enfrentar los retos de su imagen pública y su futuro en la política.
Mientras la situación se desarrolla, la atención permanecerá centrada en cómo responderán tanto los líderes de Morena como los ciudadanos a esta crisis. La capacidad de la administración municipal para avanzar en sus proyectos y mantener la confianza del pueblo dependerá, en gran medida, de las decisiones que se tomen en las próximas semanas.
Este evento marca un punto de inflexión, no solo para Norma Otilia Hernández, sino también para el panorama político de Guerrero en su conjunto.