La violencia sexual infantil es una de las injusticias más devastadoras que puede sufrir un ser humano en su etapa más vulnerable.
En Durango, esta problemática exige nuestra atención inmediata y decidida. Cada niño y niña tiene el derecho a crecer en un entorno seguro, donde sus risas sean el eco de su inocencia y no el silencio del miedo.
Erradicar esta violencia implica un compromiso colectivo que trasciende barreras.
Es fundamental fortalecer la educación en valores desde el hogar y en las escuelas, promoviendo la empatía y el respeto hacia los demás.
La sensibilización en la comunidad se convierte en una herramienta poderosa para romper el ciclo del silencio que rodea a estas atrocidades.
Las autoridades locales deben implementar políticas efectivas que no solo protejan a los menores, sino que también castiguen severamente a quienes atentan contra su bienestar. Además, es crucial apoyar a las víctimas en su proceso de sanación, brindándoles espacios seguros y recursos adecuados.
El camino hacia un Durango libre de violencia sexual infantil es largo, pero con la unión de la sociedad, la educación y la acción firme, podemos construir un futuro en el que cada niño y niña sea protegido y amado.
Juntos, hagamos de nuestra tierra un refugio de paz y esperanza.