La duda no es que, finalmente, el gobierno haya llegado tras cuatro años y vuelo a todo lo alto y reuniones múltiples en Palacio, a la conclusión de que los 43 normalistas de Ayotzinapa están muertos; sino por qué ahora.
Me explico, sostener contra toda evidencia, que estaban vivos era una bandera política de alto rendimiento y múltiples bandas de raja política: sólo el Estado, específicamente las Fuerzas Armadas, podría tenerlos ocultos en algún lugar; no eran, pues, víctimas del crimen organizado y policías municipales corruptos, ni respondía todo a un problema de trasiego de drogas. Expertos internacionales a sueldo, asesores políticos de los padres de los desaparecidos y movilizadores profesionales contaban con razones más que suficientes para sus diversos fines y provechos. Una historia sin fin a la mano para sacarla cada vez que fuese necesario.
En pocas palabras, el “vivos se los llevaron, vivos los queremos”, era la mejor fórmula para mantener vivo el tema y su medro económico y político.
Por ello la renuencia a mandar a Innsbruck miles de piezas óseas en poder de la Fiscalía Especial del caso para su identificación, no obstante ser una recomendación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos antes de que la convirtieran en una piedra.
Bueno, hasta una subsecretaria le crearon a Encinas para refundirlo en la nada.
Y traer a los padres, mantener a los expertos extranjeros, golpear a las Fuerzas Armadas, tomar casetas de peaje y carreteras, siempre era algo que requería apoyos económicos y, en el caso de las casetas, ingresos vastísimos.
Pues bien, todo ello murió ayer por manos del subsecretario Encinas que, sin pena ni gloria ni luces, cerró ese filón de oro para sus beneficiados que, por supuesto, no son los deudos de los 43 desaparecidos: están, como se dijo desde un principio, muertos y sus restos fueron de alguna manera destruidos y desaparecidos.
No quiere decir que se acabe la mina de oro, pero sí que le cierran uno de sus grandes filones.
La pregunta es por qué y por qué ahora.
Qué se rompió en esta trama y cofradía de zopilotes.
Además, se da inmerso en la discusión de militarizar o no la Guardia Nacional y, de paso, la vida nacional.
Y habrá que ver si el anuncio es para generar un distractor más y se le da spinen la mañanera de hoy, o simplemente se le deja pasar. Destaca que en un país donde todo pasa en la mañanera, la presentación del Informe de la Comisión de la Verdad no haya sido bajo la sombra de López Obrador.
Finalmente, la Comisión de la Verdad cumplió sus veces, que nada tiene que ver con la verdad. Encinas cumplió su papel de reescribir la historia a conveniencia: psicoanálisis a escala país, como señalamos en su momento.