El problema empieza con el nombre, porque nombran negando; avergonzados, esquivos, falsarios.

No se atrevieron, ¡ellos que vienen a cambiarlo todo! No tuvieron las agallas y la verdad de nombrar su obra acorde a su mesiánico propósito. Hasta Gadafi tuvo el valor de llamar su mamotreto ilegible “Libro Verde”, aunque el título solo describiera el color de sus pastas que por sí mismas se hacían evidentes. Hitler tituló “Mi Lucha” a lo que nunca describió. Ellos prefirieron dejarle el título de sus acérrimos enemigos: “Libros de Texto Gratuito”. Su cobarde omisión delata su falsía, porque ni son libros, ni de texto y menos gratuitos.

Empiezo por el último supuesto atributo: no son gratuitos, antes bien son peligrosamente onerosos, tanto en su costo económico, que todos pagamos sin que lo valgan, pero más aún en su precio humano, cultural, histórico y nacional, que pagarán nuestros hijos y nietos.

Y no son libros y menos de texto; son evangelios apostólicos: la palabra de un Dios de paja hecha apostolado en su imposición como pensamiento único. Evangelio, verdad indiscutible que no busca enseñar matemáticas, ciencia, civismo, lengua, geografía o historia, entre otros conocimientos. Tampoco busca enseñar a pensar y razonar, a convivir y ser solidario, tolerante; a crear, a gozar la vida. Enseñan ignorancia, sectarismo, oscurantismo y postración. No pretenden liberar y ensanchar el espíritu; buscan encadenar al rencor, al recelo, al resentimiento; a la dependencia política y económica, a la orfandad de todo saber, a la minoría de edad y clientelismo permanentes, a la ceguera y dogmatismo.

Su pedagogía es suicida. Sus enseñanzas una patraña que llaman Cuarta Transformación, abstracción intraducible a ideas, vacío que venden como la verdad anunciada por el determinismo histórico que asumen e interpretan para explicar a modo la historia y el provenir. Por eso tiran monumentos y reescriben el pasado como suyo, exclusivo, excluyente y vindicativo; como profecía que no ve al futuro, sino que reinterpreta el pasado para acomodarlo a su presente que buscan imponer como “El Presente”, único y obligatorio. Hay en su interpretación del mundo más rencor y resentimiento que saber, más miedo que sed de ser y de saber.

Por eso el hacedor de este engendro, Marx Arriaga, se da el lujo de decir que leer por gozo es un acto capitalista, porque para ellos sólo puede haber una lectura: de, por y para la Transformación. Cualquier otra actividad o pensamiento que no esté directamente relacionada con la Transformación no es solo negativa, es subversiva y debe ser extirpada sin piedad: contra la Transformación nada, por la Transformación todo. De allí el pueril y candoroso heroísmo de guerrillero de Arriaga, quien cree jugarse la vida con cada respiración, cuando solo hace el ridículo.

Nunca fueron nuestros hijos el objeto de su preocupación. Para ellos todo gira en torno a una Transformación sin contenido ni destino. ¿Quiénes son los maestros, los pedagogos, los científicos, los filósofos y cualesquier otro, como los padres de familia, los propios educandos o bien todo ciudadano de la República interesado para opinar sobre los Evangelios de la 4T? Qué saber pueden hacer valer, si todo conocimiento, todo pensamiento, toda aspiración debe arder en las hogueras de la nueva fe. ¿Qué importa si no cuadran las fechas o los planetas, si de la ortografía y la sintaxis se hace un reguilete; si brillan por su ausencia la ciencia, la lógica, el rigor pedagógico, la luz misma del entendimiento más elemental y sencillo; la riqueza del saber, la alegría de descubrir, la aventura de hacer más de sí mismo, la sed de aspirar? ¿Qué es el hombre, el pensamiento y el universo mismo, de cara a la Transformación y su proceso verdadero y único de liberación, así sea al precio de la ignorancia y de la esclavitud?

Ante semejante patraña y locura, pareciera que perdemos nuestro tiempo, porque nuestros mundos y lenguajes ya no son los mismos; que el mundo del saber y del futuro es negado por la creencia de un destino manifiesto, mesiánico, invencible, demencial.

Pero no nos equivoquemos. Los que son un accidente superfluo en México y en el universo son ellos. Muy pronto, nuevos Libros de Texto Gratuito les harán justicia ubicándolos en el basurero de la historia y la negación del pensamiento, de la libertad y de México.

Al tiempo

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