La Iglesia Católica ha sostenido una postura firme en contra de la despenalización total del aborto en la Ciudad de México, defendiendo el valor de la vida desde la concepción.
Este posicionamiento se fundamenta en principios doctrinales que promueven la dignidad humana y la sacralidad de la vida.
La oposición institucional se traduce en un llamado a los legisladores para que consideren las implicaciones éticas y morales de esta legislación, resaltando la necesidad de protección tanto para el feto como para la madre.